El deterioro es visible, la insalubridad y el óxido en varias de sus estaciones dan la impresión de que los US$699 millones invertidos en su construcción se echan a perder ante la mirada de todos. Lejos de mostrar un desgaste natural por el paso del tiempo, el deterioro responde a la falta de mantenimiento y cuidado de estos espacios.
Las estaciones en superficie, como Gregorio Luperón, Gregorio Urbano Gilbert Suero y Mamá Tingó, son las más afectadas. Su estado se refleja directamente en la salubridad, según constató una inspección.
En estas estaciones de la Línea 1, inaugurada en enero de 2009, se pudo apreciar la acumulación de excremento de palomas en techos, pasamanos, escaleras y paredes. Algunos orificios de escaleras mecánicas están invadidos por basura, lo que genera mal olor y proyecta abandono.
Desde los andenes, se observan vigas metálicas con óxido avanzado y desprendimientos de material, lo que genera preocupación por la seguridad estructural. Además, las pantallas digitales de publicidad están cubiertas por excrementos, plumas y humedad.
Asimismo, escaleras estáticas bloqueadas por advertencias amarillas, tubos corroídos con pintura descascarada y otros signos refuerzan la sensación de ruina.
Según declaraciones de Rafael Antonio Santos Pérez, director de la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (Opret), en un Almuerzo Semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio en marzo pasado, el mantenimiento operativo del Metro requiere RD$223 millones mensuales, más de RD$2,600 millones al año.
Sin embargo, esa inversión contrasta con las condiciones de estaciones como Joaquín Balaguer, Los Taínos y Francisco Alberto Caamaño, donde persisten filtraciones, humedad, fallos mecánicos y acumulación de desechos.
Este medio solicitó a la Opret información sobre el personal de mantenimiento asignado a las líneas 1 y 2, pero hasta la fecha no se ha recibido respuesta.